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Mi Experiencia en NaNoWriMo


Con este artículo, voy a estrenar una nueva sección en la web: Cafeína. Bajo esta etiqueta, encontraréis opiniones más personales y experiencias, relacionadas en mayor o menor medida con el mundo de las letras.


Voy a hablaros del “NaNoWriMo”, las siglas de: “National Novel Writing Month”. Es un evento mundial que consiste en escribir en un solo mes (noviembre) una novela que contenga, mínimo, 50.000 palabras. Este reto reúne a gente de todo el mundo con una pasión en común: escribir. Puede que no tengas experiencia, o que incluso ya hayas publicado algo. Da lo mismo, porque tengas el nivel que tengas, tienes cientos de excusas para participar: una comunidad encantadora, eventos organizados en vivo, premios, adquirir habilidades, conocimientos nuevos…


Aquí tenéis mi certificado. Aparte, te regalan un montón de descuentos en programas dedicados a organizar la novela, además de lecciones gratuitas de autores famosos para editar y publicar la novela, entre otras cosillas interesantes.


Llevo un par de años inscrita, pero jamás me había atrevido a formar parte. Esta ha sido mi primera vez, y no solo me alegra haber comprobado que soy capaz de escribir una novela en 30 días -que encima me ha llevado más de las 50.000 palabras de meta -, sino que creo que he adquirido cierta rutina y una esperanza.


Empecé a escribir a los catorce años. Era mi vía de escape. Desde entonces, una novela concreta pugna por salir, pero nada de lo que hasta ahora he hecho me ha parecido justo para ella. Así que, cuando empecé la semana de antes a prepararme el Nano, lo primero que se me ocurrió era aprovechar la oportunidad para escribirla. Fue cuando me di cuenta de que no, que no era el momento. Necesitaba descansar de una idea que me lleva persiguiendo desde esos catorce “dulces” años, que podría aguantar hasta que yo estuviera preparada para ella, y no al revés. Inicié un proyecto nuevo, donde he querido transmitir las enseñanzas que me ha dado la vida estos últimos meses.


Busqué algo actual. Cree personajes desde cero. Me documenté con la información que ya tenía, y la que no. He aplicado hasta la última gota de las enseñanzas del taller de escritura, de las lecciones y tutoriales de internet. He volcado en ella mucho esfuerzo, y aunque a veces me ha costado mucho sentarme y escribir, lo he hecho. Día tras día. Lloviera o nevase (que no ha nevado, pero queda muy bien decirlo). Estuviera de humor, o con ganas de asesinar a alguien (y no, no he pagado esa frustración con ninguno de mis personajes de momento).


El resultado ha sido una novela (o más bien primer borrador de novela) de 128 páginas, 52.926 palabras. Dos horas, día tras día, tecleando. El “churumbel” me ha salido un poco amorfo, pero dentro de lo que cabe, me gusta. Quiero lo mejor para él. Así que, aunque haya terminado, aunque vaya a recibir el premio, tengo mucho trabajo por delante. Quiero publicarlo. Quiero que salga a la luz. Guste o no guste al público general, no importa. Conque una sola persona lo lea, y le guste, seré feliz. Si he conseguido alcanzar la meta de las 50.000 palabras, podré alcanzar el siguiente escalón: convertirlo en algo publicable y mandarlo a una editorial. Meter la patita por debajo de la puerta, por así decirlo. Y luego ya veremos.


NaNoWriMo, además, me ha hecho conocer a gente nueva. En mi ciudad, Córdoba, somos pocos, pero encantadores. Nos reunimos una vez a tomar un chocolate y conocernos, y acabamos hablando de todo. DE-TODO. Cuando he necesitado un cable con respecto a temas de trama, ahí estaban ellos. La comunidad entera es magnífica. He encontrado mucho apoyo, así que estoy más que satisfecha por esta experiencia. En ciudades como Madrid, Barcelona y Zaragoza, además, quedan en persona para escribir todos juntos y avanzar a la vez, entre otros eventos relacionados que cualquier puede cumplir desde casa (como los “sprints”: escribir un día X número de palabras en Y tiempo. No es obligatorio, por supuesto, pero son incentivos para darle un empujoncito al escrito que tienes entre manos y que hacen de esta vivencia más interesante.


No todo es bonito y precioso, ojo. Mantuve una conversación con Francisco J. Jurado, autor de la saga “Benegas” (que ya reseñé en esta página web, y cuya lectura recomiendo fervientemente) sobre la decadencia del ritmo a la hora de escribir, y no puedo darle más que la razón. Tener que llevar un ritmo constante para llegar a esa meta marcada, significa que posiblemente habrá días que te pillen sin inspiración, y que lo que escribas será basura. Que el ritmo fuerte, en el que escribirás más de 1.667 palabras al día será cuando estés a las puertas del final. Pecaremos constantemente, poniendo por delante la cantidad de palabras por encima de la calidad del todo.


Es un aspecto muy negativo, porque encima, en tan poco tiempo, corregir es impensable. Volver sobre tus pasos es perder un tiempo muy valioso que puede conducir a agobios. Los que somos muy tiquismiquis con nosotros mismos los sufrimos mucho.


Pese a estos detalles, considero la experiencia muy recomendable si las letras te reclaman. Es una forma de crear hábito, de probarse a uno mismo. Me ha gustado mucho, y si se me da la oportunidad, volveré a participar el año que viene.


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