La Larga Marcha, de Richard Bachman (Stephen King)
Título: La larga Marcha (The Long Road)
Autor: Stephen King ( bajo el seudónimo de Richard Bachman)
Fecha de publicación: 1999
Páginas: 350
ISBN: 978-84-4022-363-0
Presentación: Tapa dura
Editorial: Orbis
SINOPSIS
Una inquietante novela futurista donde la realidad supera a la fantasía más terrorífica. El escenario: una sociedad ultraconservadora que ha llevado al paroxismo sus rasgos más perversos, dominada por un Estado policial. El acontecimiento: la más extraordinaria competición deportiva, una agotadora marcha a pie donde un tras pié puede ser el último. Los competidores: cien adolescentes elegidos a sorte y decididos a pasar sobre los cadáveres de sus compañeros para llegar a la meta. El premio: fama y fortuna para el ganador, es decir, para el único superviviente...
OPINIÓN
La acción de este libro transcurre en Estados Unidos, convertido en un continente distópico con carreteras eternas y lideradas por un siniestro “Comandante”, encumbrado por los ciudadanos. Es un telón de fondo, porque los personajes se mueven por la carretera, y un penoso proceso mental que desgaja el tejido de la realidad social en la que vive, escarbando en sustratos algo más profundos pero quedándose a medio fuelle. Y ahora os explico por qué.
Me recomendaron el libro porque era la antesala a la moda que salió hace relativamente poco de los “Battle Royale”. Los personajes son todos un grupo de niños (en este caso 100), que se han presentado voluntarios para recorrer Estados Unidos a pie, todos juntos, y siguiendo un ritmo constante. El premio parece prometedor. ¿Pero merece la pena? Reducir el ritmo, o acelerarlo; desviarse del camino; detenerse… llevar a cabo tres faltas al reglamento equivale a tirito en la sien. O en la nuca. Una ejecución pública. Y todo el mundo les mira.
Se presentan unos pocos, sobre todo aquellos con los que interactúa nuestro protagonista, Ray Garraty. Es verdad que presentarlos a todos, a mi por lo menos, me daría un dolor de cabeza tremendo. Sin embargo, teniendo en cuenta que lo que me atraía del libro era la sangre y el sufrimiento, no saber sus nombres hasta el momento en el que pasa, le quita cierto “encanto” a la cosa. No sufro por ellos porque no los conozco. Me pasan totalmente desapercibidos…
...y es entonces cuando me pregunto: «Pero siguen siendo niños. ¿Te conformas con su muerte porque no les conoces?». Ese pensamiento se me ha cruzado varias veces por la cabeza mientras lo leía, y duele. Te das cuenta de lo acostumbrado que estas a las barbaridades. Y te planteas si eso mismo que estás leyendo no se está acercando lentamente con la ristra de “realities” sin sentido y peligrosos que cada vez pululan más por nuestra sociedad. Es una evolución al Gran Hermano, al Sobrevive en la isla. Eso es lo que me ha dado miedo. Que parece PLAUSIBLE que exista en un futuro.
El zapato de cemento de esta obra es la marcha en sí. Solo veremos camino. Como charlan entre ellos. Como oyen los disparos al asesinar a los compañeros de atrás o de delante de Garraty. Como el ejercicio les lleva a la extenuación y les pudre las mentes (para que luego digan que hacer deporte es bueno). Todo esto se resume en que carece de acción. Es algo que me ha ralentizado bastante la lectura, porque pasaba la página con una expectativa que no se cumplía. Esperaba una revolución dentro de la marcha. Una revelación. Que el pueblo llano se alzase en armas viendo a los pobres niños arrepentirse, o sufrir por semejante salvajada. Pero no, no, y otra vez no. Acción cero. Me pasaba como con Garraty. Oía los tiros, y el resto del grupo me decía que había muerto fulanito o menganito, pero ya.
Luego está el final. Un final que, si entráis a cotillear a Goodreads, vais a ver que provocó el caos, porque no es algo que ponga punto y final a nada, libre a la interpretación del lector. Puede resultar anticlimático, pero indiferente no deja.
PUNTUACIÓN
4 / 5
Le vamos a dar cuatro tacitas de café porque lo he disfrutado, y me ha dado miedo. Ese miedo que se esconde detrás de la cortina y al que le ves los piececitos por la noche, y te pones a pensar que podría haber ahí detrás.
